-me dijo con toda la certeza-
pensá en eso que te salva".
¿Eso que me salva?
"Si, eso..."-
Su mirada tenía la extraña habilidad de posarse sobre mis ojos, podía sentirla aletear azul sobre mis pupilas mientras hablaba con un convencimiento admirable.
Hizo el silencio mas extraño, ese que dice lo inexplicable. Despues siguió:
"...Pensá en eso que harías hasta el último instante de tu existencia."
Comenzó a desvanecerse e intenté tocarla para detener su ausencia, la respuesta se agolpaba en mi interior mientras la veía difuminarse.
Se fué. Pero mis dedos en el roce ardíeron de espectro de alma de osamenta de milagro.
La pasión quemaba mis manos:
Entonces escribí lo que la musa me había revelado...
