jueves, 16 de agosto de 2018

LA MARIPOSA EN LA SOMBRA

Me decían rara
Y si, yo me sentía
me vivía rara...
Era algo mutuo entre el mundo visible y mi mundo interior:
un recíproco repelernos química y físicamente.
Existía en todo este tiempo una tristeza en cada partícula, una sensación de no pertenecer que dolía desde lo más profundo del ser.
Hasta que entendí el porqué de tanto rechazo, de tanto vacío y tanta angustia...
no era mi alma la que habitaba un lugar indebido. No era ocupante de un espacio ajeno: era el espacio el que desencajaba, el que mentía y fingía pertenecer.
Era la oscuridad fingiendo una cotidianeidad intermitente, insidiosa neblina de sueño acallando al sol y al éter... Eran las sombras haciéndome creer que la sombra era yo.
Era el miedo intentando magullar mi luz
y como no me aplacaban sus artimañas, los recuerdos milenarios y la voz interior afloraron la verdad.
Entonces no pudieron dormir
a la niña que fingía su sueño,
y en el sueño de la sombra me levanté para huir en medio de la noche... pero al abrir el portal de fuego y traspasarlo sin recibir daño alguno, una sorpresa mayor me esperaba:
Afuera no era de noche
estaba el sol inmenso que resplandeciendo su canto cósmico
abría un manto de luces a todo el cielo
y besaba mis párpados
con su luz astral
que hablando a mi rareza
despertaba mi despertar.



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