En otros planos de la existencia ya soy recompensada... dimensiones etéreas e inefables:
Luces doradas, voces de ángeles, imágenes extraordinarias, y una corona de amor y entendimiento que en este mundo sería incomprendida...
Mas allá de los miedos al desconocer lo extraordinario, superando ese miedo tan absurdo... voy conociendo. Y ese conocimiento, esa certeza de conocimiento no la cambio por nada:
Saber antes de partir que la muerte no existe , saber que hay otros seres increíbles poblando con su magnífica existencia la inmensidad galáctica. Entenderlos, entendernos... parpadear el sol añil: portal de eternidad que nos hace iguales.
Saber que las leyes del tiempo no son reales,
que el tiempo es ahora...
aprender desde el alma que somos un alma.
Y entonces
ser un todo lentamente
y fluir con alegría, destellando dicha
ante el inminente despertar.
¿Puede haber mayor regalo que ése?
No hay comentarios:
Publicar un comentario